Vete de mí crítica película

Vete de mí cartel películaDirección: Víctor García León.
País: España.Año: 2006.
Duración: 90 min. Género: Comedia dramática.
Interpretación: Juan Diego (Santiago), Juan Diego Botto (Guillermo), Cristina Plazas (Ana), Esperanza Roy (Esperanza), Antonio Zabalburu (Carlos), José Sazatornil (Quique), Blanca Jara (Lara), Rosa María Sardà (Julia)Guión: Víctor García León y Jonás Trueba.
Producción: Juan Gona. Música: David San José.
Fotografía: Mischa Lluch. Montaje: Búster Franco
Dirección artística: Carlos Higinio Esteban.
Vestuario: Lala Huete

Antes de comentar nada sobre esta estupenda película, alabo la meritoria actuación del elenco de esta película. Juan Diego, Juan Diego Botto y Cristina Plazas están inconmensurables. No es fácil encontrar a unos actores en estado de gracia permanente, como es el caso. A ello contribuye un guión sensacional, sin fisuras, para contarnos una historia que como la cebolla tiene diferentes capas, con grosores y texturas distintas. Mezcla de ironía, desencanto, desenfreno, irresponsabilidad, lucidez, pavor al compromiso, se dan en los procederes del trío protagonista. El Vete de mí del título atiende al deseo de Santiago de librarse de Guillermo, su hijo treintañero, el cual tras una acalorada discusión con su madre, coge la puerta y se introduce de sopetón en la casa de su progenitor, con el que mantiene una tibia relación, propiciada por el escaso roce estos últimos años.

Santiago lleva media vida sobre los escenarios y tiene en cartel una obra de teatro, de esas casposas como llega a definirla en un ataque de rabia (entre sus compañeros de reparto vemos a Saza), mientras añora sus grandes papeles anteriores en obras de Calderón de la Barca o de Shakespeare. Santiago vive en su pequeño piso, con Ana que es actriz, trabaja con él en la obra y es bastante más joven.

Ante la inesperada llegada de Guillermo, Santiago sufre una catarsis emocional. La irresponsabilidad de su hijo treintañero, principiante en un alud de carreras y cursos que nunca finaliza, sin interés en trabajar y con mucho éxito con las chicas, es el espejo deformado en el que Santiago observa lo que el paso de los años se ha llevado. Cómo su compromiso con la vida, su malogrado matrimonio, su profesión, su hijo, es todo una ficción, una fortaleza con cimientos de papel, que el viento de poniente hace revolotear, cuando Guillermo entra en su casa, o lo que es lo mismo, en su vida, en su cabeza y corazón y como un jarro de agua fría tras una resaca, verá su realidad entonces con ojos lúcidos y amargos y como en aquel relato de Quim Monzó en el que una pareja promete no albergar secreto alguno y contárselo todo, al poco tiempo todo se irá al traste, pues muchas veces se avanza más callando que cascándolo todo. (Festival de San Sebastián, la blogosfera cinéfila no se ha prodigado en halagos hacia esta película para mí muy interesante.
De hecho para disfrutarla plenamente y saborear su carga de profundidad hay que verla más de una vez. Hay muchos más matices de los que saltan a simple vista.

Nuestra puntuación

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