Las horas del verano (2008)

Las horas del verano cartel películasDirección: Olivier Assayas.
País: Francia. Año: 2008. Duración: 102 min. Género: Drama.
Interpretación: Juliette Binoche (Adrienne), Charles Berling (Frédéric), Jérémie Renier (Jérémie), Edith Scob (Hélène), Dominique Reymond (Lisa), Valerie Bonneton (Angela), Isabelle Sadoyan (Eloise), Kyle Eastwood (James), Alice de Lencquesaing (Sylvie), Emile Berling (Pierre), Jean-Baptiste Malartre (Michel Waldemar).
Guión: Clémence Schaeffer.
Producción: Marin Karmitz, Nathanaël Karmitz y Charles Gillibert.
Fotografía: Eric Gautier. Montaje: Luc Barnier.
Diseño de producción: François-Renaud Labarthe.
Vestuario: Anais Romand y Jürgen

Tras Clean y Boarding Gate, Olivier Assayas pergeña una película de mimbres clásicos. El tema es la familia. Una madre, sus tres hijos y las respectivas mujeres se juntan en una bella casa a las afueras de París, en un pequeño pueblo, donde las tres generaciones, contando los nietos, pasan las horas de esos días de verano, punto de encuentro, donde la familia se encuentra, se reune, y pasan el tiempo desojando la margarita existencial.

La madre es mayor y barrunta su muerte, y dos de sus tres hijos andan muy atareados con sus vidas viviendo fuera de París. Uno en Asia y otra en Estados Unidos. El tema es que en su casa hay piezas únicas; cuadros, vitrinas, jarrones, del artista con el que la mujer mantuvo una relación. Objetos que son del gusto de los Museos locales que quieren hacerse con ellos.

Como a menudo pasa, las herencias familiares, pondrán en liza lo peor de cada uno, si bien, siendo franceses y educados, esto no acaba con insultos, ni con cuchillos en la espalda, o con riñas en las que los implicacados no vuelven a hablarse jamás, sino que todo entrará dentro del respeto y la comprensión de las otras posturas, antagónicas pero entendibles. En este mundo globalizado las nuevas posibilidades que surgen implican que la gente pueda buscarse las habichuelas en otros lugares, donde poder colmar sus expectativas laborales en mejor medida, como le sucede a los vástagos de la difunta.

El tema que se aborda por tanto es universal. Cuando la vejez y la muerte están a punto de confluir y los hijos con sus propias ideas, una vez que la figura materna, paterna o ambas han desaparecido, como si de una argamasa se tratara, la relación comienza a hacer aguas, la familia se disgrega, cada uno tira por un lado, y ya nada vuelve a ser igual. Por eso la casa, deja de ser punto de encuentro para convertirse en otra cosa; fuente de ingresos, donde pasar página y tirar para adelante.

Merced a unas notables interpretaciones de Juliette Binoche (Adrienne), Charles Berling (Frédéric), así como del resto de intérpretes, su dinamismo, la falta de pretenciosidad, su puesta en escena naturalista e intimista y lo bien explicitado que queda el dolor de una perdida así como la nulidad de referentes (al morir una madre), la película la calificaría de recomendable, pesa a que algunos la puedan tachar de «francesada», dado que los temas a tratar son universales, por mucho que puedan tener cierto toque francés.

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