MATAD AL GUIONISTA Y ACABARÉIS CON EL CINE (Alicia Luna, 2000)

Matad al guionista y acabareis con el cineHoy vamos a dedicar este post a la literatura, que tiene mucho que ver con el cine, y a lo que algunos consideran como un genero literario más: el guión.

Para muchos un guionista es una entelequia, un ser que no existe y que proporciona una parte intermedia de la película, no excesivamente importante, porque donde haya dinero, un buen director y unos actores de los que aparecen en letras de neón, la peli está hecha.

Otros se lo imaginan como un señor algo calvo, siempre con gafas, parapetado detrás de una máquina de escribir (porque suelen ser clásicos) o en su defecto un ordenador (en la versión moderna), con mucha imaginación (incluso un poco frikis), que no tienen el estrés de un director ni la amargura de un crítico, así que lo viven bien, para ellos es fácil escribir, y pueden estar pululando por los rodajes sin hacer nada en especial.

Alicia LunaSin embargo los guionistas son personas humanas, muy diferentes entre sí, como cualquiera, y proporcionan un pilar fundamental en toda película, en ocasiones, la espina dorsal de la misma.

Y de demostrar que esto es así, descubrirnos secretillos del trabajo que conlleva y de cómo se ha de escribir un guión, se encarga en este libro Alicia Luna.

Lo bueno es que cada uno de los entrevistados cuentan su forma de trabajar y alguna anécdota o caso que les haya sucedido de primera mano, con lo que la lectura es amena y además algún provecho se puede sacar, si es eso lo que se busca.

A todo esto hay que sumar que la profesión de guionista puede ponerse de moda, ahora que la presidenta de la Academia Española de Cine es una guionista…

Desde el momento en que este libro se publicó hasta el día de hoy, ha llovido mucho y Alicia Luna, no sabemos si gracias al proceso llevado para escribir este libro o por méritos propios, pero ha llegado a conseguir incluso un Goya al mejor Guión Original, compartido con Icíar Bollaín, por la película Te doy mis Ojos, que además del guión, se ganó los Goyas a la mejor película, dirección, actor principal, actrices principal y secundaria, y sonido, todo un peliculón.

Alicia e IcíarDentro del amplio número de guionistas entrevistados se echan en falta sobre todo a 2: Pedro Almodóvar, por su gran éxito nacional e internacional, tanto con sus películas como con sus guiones y precisamente a la anteriormente nombrada Icíar Bollaín, con la que ganó el Goya y quien por la época cuando se escribió este libro ya tenía varios guiones realizados, uniendo esa faceta de escritora a su amplia carrera como actriz y exitosa como directora.

La principal conclusión que se saca tras leer este libro es que no hay manuales ni cursos de guión que puedan convertir a una persona en un buen guionista. Cada uno de los entrevistados tiene sus formas de trabajar, de plantearse las historias, de desarrollarlas, etc. Sí que hay algunas premisas que se deben cumplir, pero no existe un método infalible para obtener un gran resultado, es más, si se siguen todas las normas establecidas el resultado puede ser artificial y ruinoso.

No obstante, la autora da una serie de elementos imprescindibles para escribir un guión:
1.- Tener sardina: “Si no hay sardina la foca no trabaja” (Manolo Matji) versus “La desesperación es la madre de la invención” (Jeffrey Lewis). Luego, no hay que esperar a tener una musa para escribir un guión, basta con tener sardina o saber buscarla.
2.- Hacer de guionista: “Yo no soy guionista, yo hago de guionista” (Rafael Azcona) o “Entrenar la imaginación como si fuera un músculo” (Jean-Claude Carrière).
3.- Ser un buen amante: cautivar y mantener la atención del espectador. Hacerle partícipe de las emociones de los personajes.
4.- Putear al protagonista: dificultarle la tarea de satisfacer sus deseos y engrandecer el conflicto.
5.- Querer al villano: hacerle interesante y hasta formidable para que atrape a la audiencia.
6.- Cultivar un anzuelo: hacer trabajar al espectador creando tensiones que él tenga que ir resolviendo. Satisfacer a la audiencia.
7.- Columna vertebral a prueba de cañones: tema y planteamiento claro desde el principio. El planteamiento debe proporcionar la información básica para que la historia comience.
8.- “Meter una gorda en el desenlace” (Iciar Bollaín): teoría de las subtramas y los puntos de giro de Robert McKee. La trama principal conduce la acción y las subtramas el tema.
9.- Grandes corazones-grandes debilidades: quiénes son los otros personajes y qué quieren. Crear personajes complejos. Uno que grita todo el tiempo y es muy temeroso.
10-. Moverse no es andar: no confundir acción y actividad
11.- Esquivar la fuente en el desierto: evitar lo predecible. Veneno para el guionista.
12.- Crear horizontes lejanos pero visibles: el conflicto. El personaje debe luchar por algo difícil pero no imposible: “Dios aprieta pero no ahoga”.
13.- “Perderle el miedo a los monstruos” (Elías Querejeta): hablar y hablar sin reparos antes de ponerse a escribir.
14.- “Ver es más fácil que pensar” (Jacob Most): nunca se dirá con palabras lo que se pueda contar con imágenes o “Dejar oír más diciendo menos” (Dwinght Swain).
15.- Protagonista y objetivo: identificación muy cercana. Imposible considerar al uno sin el otro.
16.- Transformar al protagonista: no puede acabar como empieza.
17.- Verosimilitud: los elementos dramáticos derivan de lo que es probable y no de lo que es posible.
18.- “El personaje es lo que hace y no lo que dice” (Jorge Guerricaechevarría).
19.- La estructura también es creativa.
20.- Cada secuencia debe aportar algo.
21.- Ironía dramática: el espectador tiene la clave pero el protagonista no.
22.- No confundir narración y drama.
23.- “Reescribir no es volver a escribir sino volver a pensar” (Tom Rickman).
24.- Mapa de la india o como dar informaciones necesarias sin que cante.
25.- “Dos perros juntos se muerden” (Lola Salvador): el peligro de plantear dos veces el mismo conflicto.
26.- La idea, la semilla, la almendra: el motor de la historia.

Palabras de Alicia Luna:

Este no es un libro para iniciados ni para aprendices de guionista, pues el recorrido de las doscientas páginas les sumiría en un atolladero tal que querrían abrirse en canal antes que intentar escribir un guión.

Este libro quiere mostrar el trabajo de un guionista al abordar el compromiso de escribir un guión. Es una muestra panorámica de métodos personalizados, porque aquí nadie es maestro de nadie y si alguien pregunta por el padre todos miran por encima de sus hombros sin encontrar a nadie. Este es más un libro de rarezas y manías de seres humanos, los guionistas, atados a una silla frente a una pantalla de ordenador, con una idea en la cabeza, un montón de reglas en el subconsciente y un cursor comecocos parpadeante al que alimentar con palabras ocurrentes.

Lo que persiguen estas páginas es mostrar que el guión existe, y por ende, los guionistas también. Y sobre todo, que para que el guión exista hay que trabajarlo y mucho. Existen reglas, unos las siguen a rajatabla, la mayoría de ellos simplemente las conocen al dedillo y no las tienen presentes al trabajar. Existen secretarios que copian al dictado de un director y logran firmar como guionistas, existen vagos redomados que prefieren discutir y discutir y que luego escriba otro, existen equipos que se lo pasan bomba currando, porque curran mucho, incluso tienen extrañas enfermedades por puro mimetismo, hasta que consiguen sacar a sus personajes del atolladero. Existe quien prefiere presentarse solo ante el peligro y sufrir y sufrir hasta dejar satisfecho al director y también hay quien prefiere trabajar junto al director porque al cabo es quien tendrá la última palabra sobre la película. Incluso hay quien insiste en que al guión no hay que darle ninguna importancia a pesar de llevar años viviendo de escribir secuencias. Todos ellos son las personas que trabajan, antes de que el equipo técnico y artístico pueda comenzar a construir la película que todos terminaremos viendo.

Sé, intuyo, que soy un poco kamikaze al elegir dar comienzo a este libro, para el que elaboré unos capítulos y unas reglas, que pretendía seguir a pies juntillas, por Joaquín Jordá, genio desbordante imposible de encasillar ni ajustar a regla alguna. Y me explico. Joaquín Jordá es justo un guionista, traductor, escritor, director que desdice del guión. Que subraya afirmaciones como que se nota que el cine está en crisis porque todo el mundo habla del guión. Pero en el fondo él sabe que el guión existe, aunque como dice, sólo sea una especie de rima escondida en lo más remoto de la estructura de la película. Por algo será que se define a sí mismo como guionista por encargo.

Esta elección responde a un alarde de homenaje al trabajo del laborioso guionista que crea y comparte. A la persona que sabe que trabajar un guión es escribirlo y vamos ya a dejarnos de gilipolleces de si uno lo tiene en la cabeza o el otro que lo ve en imágenes y no necesita escribirlo o aquel otro que se empeña en que el guión, al cabo, no tiene ninguna importancia. El guión existe, pero hay que trabajarlo, o sea, pensarlo, organizarlo, escribirlo y reescribirlo. Eso parece que es lo único que queda claro. Y ¿cómo trabajarlo? ¡Ah! ¡Cada uno como pueda! Eso, aviso, también queda claro en la antepenúltima página de este libro. Por eso a uno le dan ganas de matar al guionista a sabiendas de que acabaría con el cine.

Después de la lectura de decenas de libros sobre guión cinematográfico, prestados, regalados, comprados y almacenados tras años de cursos y talleres he ido elaborando unas reglas, o aforismos, que en el fondo no son más que esos lugares comunes que todos los guionistas o profesores de guión se empeñan en subrayar y repetir. Algunas de estas máximas forman parte de un slang entre profesionales.

Entre los libros leídos destacaré el de David Howard y Edward Mabley, «The Tools of Screenwriting. A Writer`s Guide Craft and Elements Screenplay» (St. Martin’s Griffin, NY 1993) que además de ser de lectura amena, recoge a todos los demás libros del mismo género y el de Linda Seger, «Cómo convertir un buen guión en un guión excelente».

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