Caos Calmo (Antonello Grimaldi, 2008)

Caos Calmo película italiana 2008Dirección: Antonello Grimaldi.
Países: Italia y Reino Unido.
Año: 2008. Duración: 112 min. Género: Drama.
Interpretación: Nanni Moretti (Pietro Paladini), Valeria Golino (Marta), Isabella Ferrari (Eleonora Simoncini), Alessandro Gassman (Carlo), Blu Yoshimi (Claudia), Hippolyte Girardot (Jean-Claude), Kasia Smutniak (Yolanda), Denis Podalydès (Thierry), Charles Berling (Boesson)
Guión: Nanni Moretti, Laura Paolucci y Francesco Piccolo; basado en la novela «Caos calmo» de Sandro Veronesi.
Producción: Domenico Procacci.
Música: Paolo Buonvino. Fotografía: Alessandro Pesci.
Montaje: Angelo Nicolini. Dirección artística: Giada Calabria.
Vestuario: Alexandra Toesca.

Nanni Moretti tiene la suerte de que sus películas se estrenen en España. No pueden decirlo otros directores italianos. No se ha estrenado por ejemplo la estupenda La Ragazza del lago. En esta ocasión Moretti no dirige, pero es el actor principal y co-guionista de esta película.

Nos encontramos ante la pérdida que sufre Pietro, quien tras volver de la playa con su hermano Carlo, tras rescatar a dos mujeres de las garras del mar, en su casa encuentra a su mujer muerta.

Tras la pérdida, lo propio serían los desgarros del alma, el grito en el cielo, las almohadas inundadas, el dolor puntante. Pues bien, Pietro, sin saber muy bien por qué, no siente nada de esto, y esa pérdida la lleva con aparente calma, de ahí ese oximorón que da título al film «Caos calmo«.

La flema del padre se transmite a la hija y esta sale adelante yendo a la escuela, haciendo vida normal. Mientras, Pietro, decide acompañarla al colegio un día, esperándola hasta la salida. Esto que es algo episódico, se convertirá en una rutina, toda vez que en el trabajo no pongan pegas al proceder de Pietro. Entonces, hasta allí, se trasladarán sus compañeros de trabajo a charlar con Pietro, a llenar los huecos que deja la soledad, pero a fin de cuentas, Pietro como buen escuchante que es, se convertirá en el blanco perfecto en el que desahogarse.

Una vez en el parque, se suceden los días, Pietro, hace amistad con quien regenta un restaurante próximo, saluda a la chica que pasea al perro, al niño que salude los ojos del coche, a las madres de las amigas de su hija, creándose un entorno en equilibrio.

Pietro trata de entender por qué motivo la pérdida de su mujer no lo ha sumido en la más absoluta tristeza, porque él no siente soledad, o de sentirla no lo manifiesta, porque ha de esforzarse si quiere hacer trabajar su lagrimal.

En su tramo final, se nos ofrece una escena de sexo muy bien ejecutado. Lo cual se agradece, ya que a día de hoy casi todas las escenas de lo que mal se llama «sexo», son todas clónicas. En esta ocasión, lo que ha levantado no poca polémica, es ver a Moretti, por norma bastante recatado y excesivamente verborreico, haciendo trabajar las manos, amasando las blancas colinas de su amante, mordisqueando los triscones pezones, acometiendo tanto por delante como por detrás. Una secuencia extraordinaria que casa perfectamente con todo lo visto anteriormente, en pos de una pretendida y lograda naturalidad.

Moretti, como protagonista absoluto y ante ese trance personal que le toca vivir, nos hace llegar su mensaje. Cada cual entenderá una cosa y sentirá más o menos razonable su posición ante la defunción de su esposa. Los momentos emotivos, que no sensibleros, están bien resueltos y la película por momentos tiene luz propia, como ese perro corriendo por la nieve, con todos los niños detrás, que bien podría definir lo que algunos entendemos «por estar vivos«.

Nuestra puntuación

1 comentario en «Caos Calmo (Antonello Grimaldi, 2008)»

  1. La película es interesante por cuanto se cuanta y el cómo se cuenta. Moretti está muy bien. Creo que es un reflejo de la situación actual. Todos, a pesar de que seamos islas, necesitamos de ese aliento gregarista, sentir que formamos parte de algo, de una comunidad, de ahí que los espectáculos de masa tengan tanto éxito. Lo novedoso es que ante la pérdida de un ser querido, el que permanece, no se hunda, sino que se sorprenda asísmimo al comprobar que esa pérdida no duele, lo que deja en entredicho el amor que debía sentir por su mujer cuando vivían juntos.

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