Juegos secretos crítica película

Little childrenDirección: Todd Field.
Reparto: Kate Winslet (Sarah Pierce), Patrick Wilson (Brad Adamson), Jennifer Connelly (Kathy Adamson), Gregg Edelman (Richard Pierce), Noah Emmerich (Larry Hedges), Jackie Earle Haley (Ronald James McGorvey), Phyllis Somerville (May McGorvey), Ty Simpkins (Aaron Adamson), Sadie Goldstein (Lucy Pierce).
Guión: Todd Field y Tom Perrotta; basado en la novela de Tom Perrotta.
Producción: Albert Berger, Ron Yerxa y Todd Field.
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Antonio Calvache.
Montaje: Leo Trombetta.
Diseño de producción: David Gropman.
Vestuario: Melissa Economy.
USA 2006

Las relaciones de pareja venidas a menos, en las cuales la incomunicación se erige como protagonista, impelen a sus miembros a buscarse la vida fuera del «calor del hogar«, convertido a menudo en un arcón congelador, tratando de darle algo de color a sus grises existencias, al verse en la obligación «voluntaria» de tener que compartir colchón con alguien que tiene la mente en otras cosas y poco interés en dedicar algo de su tiempo a su cónyuge e hijos.
Sarah, casada y con una hija y Brad casado y con un hijo se conocen en un parque de juegos para luego ir intimando, inocentemente, en un comienzo en la piscina: el trozo de césped, la crema solar y la compañía, es lo que anhelan, magnificando algo normal y corriente, al estar tan faltos de afecto en su día a día conyugal y buscar después del ulterior acoplamiento de esos cuerpos necesitados de sexo.

Hay momentos hilarantes en la película, como esa masturbación masculina de Richard, tanga mediante, frente al monitor y la papelera llena de clinex atiborrados de semen, que dan fe de Kate Winslet luce palmito en la piscinaque la crisis de la pareja ya es un hecho o las charlas literarias a las que acude Sarah para hablar sobre Madame Bovary que les viene como anillo al dedo a sus compañeras de tertulia, para explayarse sobre el concepto de la lealtad, el amor libre, la infidelidad, el amor anal, tildando a Bovary de guarra, si bien Sarah reivindique su aliento heroico, su independencia y rebeldía etc..

En estas parejas en crisis primero se deja de lado el sexo, por falta de tiempo, cansancio, dolores de cabeza, malestar general, falta de deseo sexual y luego se va dejando todo lo demás, pasando el cónyuge a un estado de invisibilidad permanente, hasta que la convivencia se convierte

a– en un infierno sumatorio de enfrentamientos diarios y reproches donde los egoísmos particulares son más fuertes que el proyecto común que se supone que es el matrimonio y sólo pensamos en el otro para reprocharle algo o restregarle nuestras frustraciones, metas no cumplidas y sueños abortados, de lo que nuestro cónyuge claro está es el único responsable.

b– en un paraje desértico y desolado donde el pasotismo y la incomunicación infecta el ánimo de la pareja hasta hacer que uno pase olímpicamente del otro.

Las parejas de la película optan por la opción b, y ni siquiera discuten, por falta de tiempo, ya que no se ven en todo el día, absorbidos por sus ocupaciones laborales.

En estas sociedades modernas, aquejadas de anemia emocional y anorexia sentimental, el empeño en conseguir todo lo material hace aflorar las carencias afectivas, que el dinero no logra cubrir, dado que el consumismo atiborra las casas de bienes, pero el cariño, la dedicación, el entusiasmo, el compromiso, siguen otros derroteros y quedan bien radiografiadas estas crisis parejiles en esta película que sin ser de «contenido social», con buen pulso y buenas dosis de humor y acidez muestra a las claras el devenir de la familia tradicional. Aunque la acción transcurra en los Estados Unidos puede ser extrapolable a cualquier país Europeo.

Además de las crisis de pareja también hay lugar para tocar otros temas, como el engarzamiento de un pedófilo en una sociedad, en la cual se le estigmatiza y se le señala, imposibilitando así su posible rehabilitación social, mascándose la tragedia o esos secretos que todos albergamos lo cual no es óbice para tirar piedras y despotricar contra lo que no nos gusta o molesta, sin pararnos un segundo en hacer una examen de conciencia previo.

Brad y Sarah en la camaDe todos modos a Brad y a Sarah les cuesta inmersos en su frenesí sexual ver la línea que separa lo que es un calentón de lo que es una verdadera historia de amor, y como a menudo sucede, esos amores de rompe y rasga quedarán en meros revolcones y en unos cuantos polvos con los que las parejas merced a esas aventuras extraconyugales no arreglarán sus problemas, pero les dará algo más de tiempo, un crédito que no se sabe cuanto tiempo durará, pues ya están tocados de muerte y en esos casos la infidelidad será el único antídoto válido para la supervivencia del matrimonio, sino deciden separarse.

Los actores están a la altura, en sus respectivos roles, mención especial para la guapa y sensual Kate Winslet (Sarah), nominada en los Oscar 2007, como mejor actriz de reparto, Patrick wilson (Brad) y Jackie Earle Haley (como el pedófilo Ronnie). Jennifer Connelly aunque sale pocos minutos brilla también con luz propia, hablando por sus ojos y su juego de miradas en la cena que reúne a las dos parejas.

El director de Juegos Secretos, Todd Field, ya me sorprendió con su anterior trabajo, la intimista y sórdida, En la habitación, y ahora con Juegos Secretos vuelve con una cinta desasosegante que mete el dedo en la llaga, sin hacer sangre, para narrarnos una historia de desamor, bien interpretada y mejor narrada pues no se hace nada pesada aun durando dos horas y cuarto, con la que disfrutar de lo lindo, emocionándonos, ante ese espejo que nos ponen delante para que nos veamos tal como somos. «No somos lo que hacemos sino lo que ocultamos» podría ser el lema de esta estupenda y recomendable película.

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